jueves, 29 de septiembre de 2011

Una flor no solo en primavera


Sé que cuando respira, lo hace profundamente. No como muchos otros, que existen por inercia. Ella vive, ella sonríe y transmite todo lo que lleva dentro. Ella es una flor, y no las que ofrece la primavera. Que si tiene un día negro y le das cariño, se vuelve un poquito más feliz, se convierte en amapola. Ella es soñadora, inventa millones de cuentos en los que es la protagonista y en los que se siente realmente en armonía. Sin embargo, el mundo, el día a día al que se enfrenta, se le queda pequeño. Cada error, cada fallo, en lugar de hacerla crecer, la empequeñecen. Las calles están incompletas, el sol no brilla tanto como le gustaría y el cielo no es tan azul. Es lo malo de ser una flor tan bella. Todo aquello que vea en torno a ella, será inferior. Quién sabe si algún día podrá apreciar su aroma, el color de sus pétalos. Quién sabe si podré expresar en pocas palabras sus infinitas cualidades. Quizá resulte mucho más fácil describir la mediocridad de la humanidad, quizá porque las palabras mediocres son las que antes sabemos mencionar. Y de todas las palabras especiales que pudieran describirla, creo que ninguna llegaría a asemejarse. Siempre me ha dado por imaginar cómo sería este planeta si cada persona llevara un poco de su esencia. Será verdad eso que dicen de que la primavera potencia el verde, el color, todo lo bello. Yo tuve la suerte de conocer una flor que no necesita de la primavera para ser multicolor y aromática. Dicen que las cosas buenas acaban quedándose y, que, las malas, terminan por desaparecer. Para saber a qué me refiero, tan solo tienen que mirarla a los ojos.

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