jueves, 29 de septiembre de 2011

Un millón de direcciones

Llegados a este punto... ¿qué hay más? ¿qué me queda?. Mientras el mundo sacia su sed de maldad y venganza, el mío te busca y te busca, y no se cansa de buscarte, pero no te encuentra. Y la búsqueda se reduce a mil sueños en los que no creo porque se acaba la fe. ¿Me rindo? dame una señal, una sola, e iré a tu encuentro al fin, después de tanto tiempo esperándote. ¿Merece la pena? guíame... huiré de esta ciudad, de sus fronteras, de su gente, de "lo mismo de siempre". Huiré de todo, si tú me llevas, si me dices dónde debo ir para encontrarte. Que sé que la magia existe, y sé que está en tu casa. Entre tus sábanas, en un instante tan simple como puede ser ir juntos por la calle. En melodías, en libros, en todas aquellas cosas que tú estés dispuesto a enseñarme... cosas que, sencillamente, aún no conozco. Y quiero conocerlas ya, limitarme a creer en ti, que tú hagas el papel de ese Dios que, al igual que tú, se encuentra ausente. En cada estrella y en cada noche de esta primavera inventaré tu rostro, tu voz y tus manos, que algún día, tarde o temprano, permanecerán unidas a las mías, tan compenetradas, tan destinadas como así yo lo espero. Hielo que se fundirá cuando me mires. Invente-moi, je t'inventerai aussi. Cherche-moi. Trouve-moi. N'arrêtes pas de me chercher. Moi non plus.

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