Los que son libres y tiran de sus alas
para explicar mejor su mundo,
los que levantan la cabeza,
firme, sin miedo,
y se acuestan con la luna
ardiendo en llamas.
Los que dan la vuelta con soltura,
y regresan al lugar del que nunca
pero nunca, tenían que haber partido.
Y retoman el vuelo para volver al nido.
Los que miran cara a cara al cielo,
y exponen sus intenciones
a ver si les echa una mano el viento,
a ver si hay quien los escuche.
Los que se quitan las redes
y evitan el compromiso
de no estar bien con uno mismo,
de sentir la falta del cincuenta por ciento
cuando son solo la mitad
y no uno entero.
Los que respiran con fuerza y quiebran su oxígeno,
los exóticos entre una multitud homogénea.
Los que prefieren girar la cara al cobarde,
intentar segundas partes,
que a veces fueron buenas.
Los que llegan, revolotean,
rabian por emerger de las ruinas
y cambian tu vida con solo hablarte.
Para que el día sea más poesía,
para que la noche sea más arte.
para que la noche sea más arte.
De lo mejor que he leído de Virginia
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