Soy un halo distorsionado,
un cometa perdido sin rumbo.
Soy la piel del cordero,
y las manos de un anciano moribundo.
Soy la astilla que atraviesa tu carne,
una flecha que apunta hacia ninguna parte.
Soy la comandante del submarino,
y la parte inexorable en tus sentidos.
Soy el vaho del espejo hecho añicos,
un escalofrío en las noches ausentes.
Soy el viento que atraviesa tus delirios,
y la soledad perdida entra la gente.
Soy la armadura, el escudo y la batalla.
La guerrera, la victoria y la medalla.
La que aprieta tu garganta cuando callas,
quien convierte tu ceniza en llamas.
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